Porque somos conscientes de
que el Señor nos ha regalado un inmenso don: nuestra Patria; y nos ha dejado
una tarea: la construcción de nuestra Nación. Hoy deseamos hacer un
llamado a renovar nuestro compromiso ciudadano colaborando en el debate por la
reforma del Código Civil. Queremos contribuir a tener una mejor legislación
para todos.
Ésta, como otras reformas
legislativas recientes o en curso, afecta nuestra cultura y nuestra vida
cotidiana; proyecta cambios que nos tocan de cerca. Según el Código Civil que
resulte sancionado se contestarán preguntas como: ¿Cuándo comienza un ser
humano a tener el derecho de llamarse persona? ¿Cuál es el sentido de
constituir legalmente una familia? ¿Con qué respeto hemos de considerar a las
mujeres, especialmente a las más vulnerables? ¿Qué pueden dejar los padres a
sus hijos al morir? ¿Tendrán derecho a la identidad los hijos concebidos en
laboratorios? ¿Podrán ser concebidos hijos de personas muertas?
En el Código Civil se
regulan derechos vinculados a la vida personal, matrimonial, familiar, social,
económica, de todos nosotros. En él se expresa de alguna manera la forma y el
estilo de vida que como sociedad queremos promover. Tiene, por eso, una función
pedagógica y efectos de muy largo plazo. Podríamos afirmar: dime cómo legislas
y te diré qué sociedad deseas. La sanción de un nuevo Código Civil y Comercial
es seguramente la reforma legislativa más importante de las últimas décadas por
la variedad de cuestiones implicadas y por la entidad de algunos de los cambios
propuestos. Por eso coincidimos con el reclamo de academias, colegios
profesionales, universidades, iglesias y otras personas e instituciones que con
toda razón vienen pidiendo que a la discusión en el Congreso se le otorgue todo
el tiempo que sea necesario. Sería conveniente, además, la realización de
audiencias públicas en cada provincia.
La reforma propuesta
contiene aspectos positivos; sin embargo necesitamos reiterar la preocupación
acerca de algunas cuestiones de fundamental importancia.
El modelo de familia proyectado por estas normas expresa una tendencia
individualista y se opone a los criterios evangélicos y también a valores
sociales fundamentales, como la estabilidad, el compromiso por el otro, el don
sincero de sí, la fidelidad, el respeto a la vida propia y ajena, los deberes
de los padres y los derechos de los niños.
Si se aprueba sin
modificaciones este proyecto, algunos seres humanos en gestación no tendrán
derecho a ser llamados "personas". La maternidad y la paternidad
quedarán desfiguradas con la denominada "voluntad procreacional"; se
legitimará, por un lado, la promoción del "alquiler de vientres" que
cosifica a la mujer y por otro, el congelar embriones humanos por tiempo
indeterminado, pudiendo ser éstos descartados o utilizados con fines
comerciales y de investigación. Se discriminará, en su derecho a la identidad,
a quienes sean concebidos por fecundación artificial, porque no podrán conocer
quién es su madre o su padre biológico. Los cónyuges que se unan en matrimonio,
no tendrán obligación jurídica de fidelidad ni tampoco de convivir bajo un
mismo techo; los lazos afectivos matrimoniales quedarán debilitados y
desvalorizados.
Queremos una sociedad en la cual se fomenten los vínculos estables y en donde
se dé prioridad a la protección de los niños y de los más indefensos. Los
deseos de los adultos, aunque parezcan legítimos, no pueden imponerse a los
derechos esenciales de los niños. Como adultos, tenemos más obligaciones que
derechos. Es necesario que reconozcamos y demos protección jurídica a toda vida
humana desde la concepción, y que recordemos que no todo lo científicamente
posible es éticamente aceptable.
Hacemos un particular
llamado a los legisladores para que asuman en plenitud sus responsabilidades,
estudien a fondo las reformas propuestas, sean fieles a la herencia y a las
tradiciones patrias y estén abiertos a escuchar todas las voces que tienen algo
que decir al respecto. Y finalmente, que no dejen de escuchar a la voz de su
conciencia, evitando que las legítimas pertenencias partidarias los lleven a
votar en contra o al margen de aquella.
Invitamos a las comunidades
parroquiales, educativas, instituciones y movimientos a organizar en las
próximas semanas alguna jornada de oración y reflexión. En comunidad podremos
orar a Dios, Padre de todo bien, a Jesucristo el Señor, y al Espíritu Santo,
Señor y dador de vida. Pidamos que bendiga a nuestra Patria e ilumine a
nuestros legisladores y gobernantes, concediéndoles la sabiduría necesaria para
trabajar por la paz, la amistad social y la defensa de todas las personas,
privilegiando a los más pobres y débiles. Hagámoslo a semejanza de la primera
comunidad cristiana, íntimamente unidos, dedicados a la oración y la reflexión,
en compañía de María, la madre de Jesús y madre nuestra de Luján.
(Extraído del Documento emitido por la Conferencia Episcopal "El Código Civil y nuestro estilo de vida).
Para acceder a los documentos originales respecto de este tema haz clic en los siguientes enlaces:
REFLEXIONES Y APORTES
EL CÓDIGO CIVIL Y NUESTRO ESTILO DE VIDA
EXPOSICIÓN DE MONS. ARANCEDO